Si quieres escribir un guion, una novela, un cuento o un videojuego, tienes que saber que todo tipo de narrativa se construye sobre siete pilares que tienes que aprender a dominar. Ya que tengas tu idea, es momento de sentarse a construir esos pilares. El arte de escribir es combinarlos todos para crear una historia que enganche a tu público de principio a fin, y que se emocionen como cuando tú viste la primera película que te hizo pensar: yo quiero ser guionista.
Setting – ¿Dónde y cuándo?
El setting o ambientación de tu historia es la base sobre la que se construye todo. El «dónde» y «cuándo» de tu narrativa definen el tono y genéro de tu película y son evidentes desde el primer cuadro. Así creas una expectativa y traes a la mente de tu espectador ciertas referencias además de darle una identidad propia a tu historia. La Habana de los 30, la Ciudad de México en los 60 y Brooklyn en 1995 han sido escenario de excelentes películas vampiros, todas muy distintas entre sí.
Muchos guionistas te dirán «escribe sobre lo que conoces» y eso es cierto pero engañoso. Si tu historia sucede en un lugar que se parece mucho a la calle donde vives, y en una escuela como a la que vas, pues qué mejor, dale. Cuando es un cortometraje y vas a producirlo tú, aún más fácil que sea algo familiar y sencillo de manejar. ¿Qué tal que quieres escribir sobre una galaxia muy, muy lejana? ¿Tú crees que George Lucas conocía Tatooine?
Hay que entender la escencia del lugar, las relaciones entre las personas y su entorno. Transporta tu experiencia al universo que creaste. Así tendrá más sentido cuando en tu película de fantasía Steam Punk haya tacos de canasta como en la esquina de tu casa.

Personajes – ¿Quién es ese que anda ahí?
¿Alguna vez has visto una película y pensado «¿Y este wey qué hace aquí?»? Eso pasa cuando no entendemos bien la función de cada personaje. Sentarte a definir minuciosamente tus personajes es la diferencia entre una historia que engancha y una que hace que la gente revise su Instagram a los 10 minutos.
Hay tres tipos de personajes presentes en casi todas las historias:
- Protagonistas: Llevan la batuta de tu historia. Si tu película fuera una banda de rock, estos serían los vocalistas. Tienen el arco más importante y tu público se va a identificar con ellos o por lo menos los apoyará. Pueden ser uno o varios, como en «Rebelde» o «Stranger Things» si andas más fresa.
- Antagonistas: Archienemigos, villanos, personajes que nos encanta odiar. Sin ellos, tu protagonista estaría de vacaciones todo el tiempo y ¿quién quiere ver eso? Un antagonista no tiene que ser necesariamente malvado, solo tiene que oponerse a los deseos de tu protagonista. Son la personificación del conflicto, o al menos, un vehículo para hacer el camino al éxito más complicado. Dales motivaciones, pasado y conflictos internos propios. Rara vez los personajes malos por ser malos han sido interesantes. Piénsalo, hasta Thanos tenía principios; horribles, pero los tenía.
- Deuteragonistas: Son como el bajo en tu banda. Tal vez no son el centro de atención, pero sin ellos, algo falta. Pueden ser el mejor amigo, el mentor, o ese personaje que está ahí para que el protagonista tenga con quién hablar, hacerlos ver sus fallas y motivarlos cuando se estén quebrando.
Por supuesto que hay más tipos de personajes, como los de apoyo, los catalizadores, o ese extra que aparece en el fondo comiendo un taco.
Lo importante es que cada personaje tenga una razón de ser en tu historia. Igual de esencial es que tus personajes cambien a lo largo del guion, aprendan y sean mejores, o peores, o se queden igual porque así lo deciden. Así les damos vida y así conectamos con ellos.
Si puedes quitar a un personaje y tu trama sigue igual, entonces ese personaje no sirve para nada. Cada quien debe aportar algo, ya sea avanzando la trama, revelando algo sobre tu protagonista o simplemente dando ese toque de humor que hace que tu película de zombies no sea puro gore. No que tenga nada de malo el gore, calma.
Conflicto – ¿Para qué tanto problema?
Alguien quiere algo y algo o alguien se lo impide. El conflicto es una oposición de fuerzas. Como cuando quieres el último tamal y tu prima ya le echó el ojo. Ahí tienes tu conflicto servido en hoja de plátano.
Hay distintas maneras de clasificar los conflictos pero la mejor manera de entenderlo es, ¿quién contra quién?
- Personaje vs Personaje(s): Lo clásico y más obvio. Como ya dijimos de los antagonistas, no tiene que ser Drácula, sólo alguien más que quiere lo opuesto, el otro equipo en el partido, el otro interés romántico, el otro superhéroe que tiene una mamá que se llama como la tuya.
- Personaje vs Sociedad: Tu personaje se enfrenta a todo un sistema, como en «1984«, o «The Handmaid’s Tale» o tu papá dejándose el pelo largo en la prepa, todo antisistema él.
- Personaje vs Sí Mismo: La lucha interna. Tu personaje es su propio peor enemigo. Como en «Fight Club,» el truco en esa es [SPOILERS DE HACE UN CUARTO DE SIGLO] que te hagan pensar que es otro personaje. Las inseguridades, la desmotivación y la depresión son excelentes motores para el drama y la comedia. Pregúntale a Carl Fredricksen.
- Personaje vs Naturaleza: Hay maneras de hacer esto bien como en «Gravity» o puedes tomar el camino del mal (ojo con Roland Emmerich) y tus personajes escaparán CORRIENDO de un temblor/el fuego/el frío/una ola gigante o si eso te parece muy trillado, EL AIRE. No, no el viento, eso sería Tornado, y así qué chiste. El maldito AIRE.
- 6. y 7. Personaje vs lo Sobrenatural/Destino/Tecnología: Ya sea que tu personaje se enfrente a fantasmas, al destino o a una IA malvada, la idea es similar. Son fuerzas más grandes que el personaje, como en «La Bruja«, «Destino Final» o «Los Mitchells vs Las Máquinas«.
Los últimos tres se parecen mucho a «Personaje vs Personaje» o «Personaje vs Sí Mismo», dependiendo de cómo los manejes. Al final, ese robot asesino o ese espíritu chocarrero puede ser un personaje más completo si le das profundidad y motivaciones.
Sin conflicto, no hay historia. Sin conflicto, tus personajes sólo existen. Si eso te parece suficiente conflicto, pues… híjole.

Trama -¿Qué pasó aquí?
Una historia es una sucesión de eventos organizada de una manera atractiva para el público. La sucesión de eventos IMPORTANTES para la historia es la trama.
La trama se mueve a través de «plot points» o puntos de inflexión dramática. Son esos momentos que hacen que tu historia cambie de dirección. Cada uno de ellos debe ser más interesante que el anterior y complicar las circunstancias para tus personajes. Hay historias donde esos puntos vienen desde afuera, como en las películas de desastre que ya mencionamos, cada vez es peor todo, cada vez es más incierta la supervivencia de tus personajes. En otro tipo de tramas, los plot points son ocasionados por o al menos seguidos de decisiones de tus personajes que los llevan hasta el siguiente.
Una buena progresión de plot points, irá haciendo crecer la tensión dentro de la historia, e irán avanzando la trama y el arco dramático de tus personajes. Sin esa progresión, es una anécdota. Piénsalo así:
Un día iba camino al trabajo y se me ponchó una llanta. La cambié y llegué al trabajo y nadie se dio cuenta de que llegué tarde. Fin.
Ahí está todo. Setting, personajes, conflicto, detonador, etcétera. Lo que no hay es una historia.
Imagínate una historia de zombies y cómo la línea dramática va haciendo zigzag:
Estábamos teniendo un día normal, HASTA QUE... ¡llegaron los zombies! (Plot point 1)
Huíamos de los zombies, HASTA QUE... ¡mordieron a alguien! (Plot point 2)
Tratamos de salvarle la vida, HASTA QUE... ¡decidió sacrificarse por los demás! (Plot point 3)
Lloramos y entendimos que los zombies eran como nosotros y decidimos tratar de dialogar con ellos, HASTA QUE... ¡nada, fue la peor idea, nos comieron!
Fin.
¿Ves cómo cada «HASTA QUE» cambia el rumbo de la historia? Eso es la trama.
Ahora, hay varias maneras de estructurar una trama. Están los clásicos 3 actos (introducción, nudo y desenlace), o los 5 actos si quieres ponerte fancy. Luego está el «Viaje del Héroe» de Joseph Campbell, que es básicamente la estructura de cada película de superhéroes que has visto. También tenemos el Paradigma de Syd Field o el «Save the Cat» de Blake Snyder. Ya iremos hablando aquí de ellas.
Son como recetas de cocina para tu historia. No tienes que seguirlas al pie de la letra pero son buenas guías para no perderte en el camino.
Punto de Vista – Elige tu aventura
Usualmente contamos historias de gente extraordinaria, o al menos, gente ordinaria en situaciones extraordinarias. Una narrativa bien armada nos conmueve hasta causarnos miedo, o tristeza o alegría porque nos sentimos adentro de la historia, no vemos la película, la experimentamos.
Una de las herramientas más poderosas para lograr ese efecto, es un punto de vista claro y bien elegido. Cuando cuentas la historia de una heroína, la sigues por callejones oscuros, edificios en llamas y reuniones secretas. Cuando descubre una pista, te sorprendes con ella, intentas descifrar el misterio, si hay una amenaza oculta, no la verás venir hasta que ella la descubra.
Hablando de lo inesperado, normalmente las pistas vienen en forma de vistazos al punto de vista de alguien más, unas manos que fabrican una bomba, una cámara de seguridad que sigue a una figura misteriosa. Aún así, prácticamente toda la película, vas a estar con los protagonistas, porque la cámar los sigue a ellos.
Es tan clara esta distinción que hay incontables ejemplos de puntos de vista contrarios a la historia de origen. Por ejemplo, Maléfica nos da la perspectiva de la villana de la versión tradicional de La Bella Durmiente.
No es necesario mantener un sólo punto de vista tampoco, Pulp Fiction, Amores Perros y todas esas películas de «montón» como Love Actually, van saltando entre personajes y todo se junta al final y fueron exitazos en su momento. Experimenta, no siempre tu protagonista tendrá el punto de vista más interesante. Las novelas de Sherlock Holmes están contadas desde la voz de Watson, es su mirada lo que humaniza a un hombre con la inteligencia emocional de un camote.
Tema – ¿Y todo para qué?
El tema es el alma de tu historia, la idea central que la impulsa. A veces se puede resumir en una sola palabra: amor, guerra, venganza, honor, maternidad. Pero no te engañes, puede ser mucho más complejo. Piensa en conceptos como la lucha de clases o la insensatez de la guerra.
El tema va más allá del simple «¿de qué se trata?». Es el mensaje subyacente, la verdad que quieres transmitir. No confundas el tema con el género o la ambientación de tu historia. Puedes tener una película de guerra cuyo tema central sea el amor, o una comedia que hable de la soledad. «Seeking a Friend for the End of the World» es un perfecto ejemplo: una comedia ambientada en un apocalipsis que en realidad trata sobre la conexión humana y el significado de la vida.
CJ Walley, creador del método Turn and Burn, tiene un consejo brillante: piensa en tu tema como un proverbio o refrán. Esto ayuda a cristalizar la idea y hacerla más clara. «No juzgues un libro por su portada» podría ser el tema de una historia sobre prejuicios, mientras que «La unión hace la fuerza» podría impulsar una narrativa sobre comunidad y cooperación.
El tema es lo que hace que tu historia resuene con el público mucho después de que los créditos hayan terminado. Si alguna vez has salido del cine discutiendo si tú hubieras hecho lo mismo en la situación que acabas de ver, seguramente estabas hablando del tema de la película.
Tono – ¿Qué sentiste?
El tono es la atmósfera emocional de tu historia. Tampoco tiene que ver con el género; el tono es lo que hace que sientas escalofríos en una película de terror o que te rías en una comedia negra.
Es una pieza delicada de la narrativa, afectada por los diálogos, la ambientación y el ritmo. Piensa en él como el filtro Instagram de tu película: puede hacer que todo se vea luminoso y optimista, o sombrío y amenazante con la misma trama.
Cuando escribes tu guion, estás sentando las bases del tono, pero no tienes el control total. La iluminación, la dirección de arte y la música en la película final también lo afectarán. Por eso es crucial que lo plantees claramente en tu guion.
El tono es quizás el más abstracto de estos conceptos pero definitivamente puedes sentirlo. Es lo que hace que «El Padrino» se sienta pesado y solemne, mientras que «El Gran Hotel Budapest» es excéntrica y juguetona, aunque ambas traten sobre el legado y la familia.
En fin, ya sabes cómo escribir tu guion con formato y sabes lo que requiere una buena historia. Ahora, escríbelo. Si te atoras o quieres un poco de ayuda, escríbenos.